lunes, 16 de abril de 2012

Es increíble como la vida te empuja hacia adelante todo el tiempo. Desde que vienes a este mundo, ella te susurra: << Te doy a una de mis hijas, pero cuídala bien, porque habrá un momento en el que se agotará. Se quedará sin pilas al igual que un reloj, y en ese momento, las agujas que lo mantenían con vida morirán. Al igual que tú>>

Y aunque sabemos eso, seguimos adelante, porque no hay nada que nosotros podamos hacer. A veces deseas parar el tiempo y vivir para siempre en un segundo, pero el reloj se niega rotundamente y sigue adelante, imperturbable a tus sentimientos. Y los segundos se convierten en minutos que se transforman en horas, en días, en semanas, en meses, en años. La vida se va, no te deja parar a descansar, y tú la sigues desesperado porque no deseas que se vaya, por más triste que te sientas quieres seguir vivo. Pero tienes el tiempo contado.

Y en un momento, de repente, te das cuenta de que la vida nunca se preocupó por ti, que así como te advirtió del reloj que tienes incrustado en el pecho, también se lo dijo a miles y miles de personas. Ella sólo siguió adelante, al igual que el reloj, sin importarle ni pararse a pensar si cumplirías todos tus sueños, si conseguirías todo lo que querías, si harías algo que dejara una huella. Sólo somos pasajeros temporales. Que así como un día llegan, un día se van. Pero a pesar de eso, sigo viva, soy consciente del hecho de ser un humano más, sin importancia. Y no me importa. No dejaré que la vida me amenacé con ese final tan temido por todos. La muerte está grabada en cada persona, pero el tiempo que tardará en llegar nadie lo sabe, ni lo sabrá nunca.

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